Con tesoros indígenas posados en el fondo de la laguna, en donde la cacica gaitana practicaba su ritual de baño con el cuerpo cubierto en oro en polvo, y una vaca marina con cola de sirena y cuerno de unicornio, comienza esta historia cargada de mitos y leyendas que, de generación en generación, se han transmitido entre los habitantes del corregimiento La Laguna cerca al municipio de Pitalito, Huila.
Allí se encuentra la Laguna de Guaitipán Ancestral, @lagunaguaitipanancestral un eco lodge que opera desde hace poco más de dos años, y en donde se ofrece servicio de alojamiento, restaurante y diversas actividades que se disfrutan rodeadas de un espacio natural para practicar senderismo, avistamiento de aves, deportes náuticos y un entorno cargado de historias mitológicas propias de la región.
Pero lo que no es un mito, es la vocación sostenible de este espacio. En nuestra búsqueda constante de buenas prácticas enfocadas en el desarrollo de un turismo sostenible, encontramos a Jaime Parra, el empresario detrás de esta historia que merece ser resaltada.
Nos llamó la atención cuando conocimos el caso pues es sabido para quienes hacemos parte de la industria del turismo, que frecuentemente el componente ambiental es el que más brilla, dejando en un escenario más débil los componentes sociocultural y económico. Sin embargo, el equilibrio de esta ecuación en la Laguna Ancestral puede ser inspiradora para otros empresarios.
Generar un impacto positivo a la comunidad aledaña, es una prioridad. El 90% de los empleados del complejo eco turístico, son de la misma zona y parte de ellos son mujeres que se convirtieron en madres cabeza de hogar siendo muy jóvenes. Estas mismas personas han sido partícipes de la tradición oral de los mitos y leyendas de la laguna que han escuchado de sus padres y abuelos, y sirven como guías para compartir a todos los visitantes las historias del territorio. Igualmente los agricultores y caficultores de la región, son los proveedores de una buena parte de los alimentos para el restaurante.
Resaltan, también, la tradición de la Chiva de Pitalito, que cuenta con declaratoria de denominación de origen, y es ofrecida como souvenir a los visitantes. “Queremos destacar nuestra riqueza cultural y a nuestros artesanos de la región que trabajan la arcilla” nos explica Jaime, quien también nos cuenta que están impulsando la línea de los eventos y festivales culturales para el lodge. En estas apuestas se encuentra un evento bien particular: los Juegos Ancestrales que se han llevado a cabo en dos oportunidades y que se caracterizan por ser una competencia por equipos, pero basados en juegos indígenas. Aquí no hay fútbol o las conocidas actividades de crossfit. En estos juegos se trepan árboles para bajar bananos y poder alimentar a su tribu y se hacen actividades con lanza, como lo hacían las comunidades que habitaban el territorio.
Por otro lado realizan prácticas para la protección de las fuentes hídricas, la fauna y flora. Hacen tratamiento de las aguas residuales que se vierten luego en el alcantarillado veredal para no arrojarlas al lago, y preservan la diversidad del ecosistema, dentro de lo que se destaca el avistamiento de aves. Han identificado 94 especies de aves, 6 de ellas endémicas y el compromiso por su protección se comprende desde el inicio del relato de Jaime. “Queremos que la gente aprenda más de aves pues en la medida en que las conozcan mejor, las sienten más cercanas y las protegen más”.
La bonita historia se oscurece, lamentablemente, cuando Jaime nos responde que el reto más grande, la mayor dificultad, es el comportamiento de los visitantes. “Aún son muchas las personas que arrojan los residuos en cualquier parte sin pensar en el daño que puedan causar al territorio, por eso el trabajo de pedagogía es constante. Antes de iniciar el recorrido por el bosque de las aves, se les cuenta el ciclo de vida de la flor del colibrí. Son 2 ciclos totalmente diferentes pero complementarios. El colibrí necesita del néctar de la flor para alimentarse, y la flor necesita del colibrí para el proceso de polinización. Se hace la invitación a preservar estos ecosistemas, y un llamado a la correcta disposición de los residuos para no alterar este equilibrio”.
Casos como este muestran que desarrollar experiencias turísticas sostenibles no solamente es viable, sino indispensable para el país. Conservar los ecosistemas, preservar el patrimonio cultural de las comunidades y poner su beneficio en el centro, es el único camino posible para aportar al desarrollo sostenible de Colombia.
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