Para muchas personas el turismo significa algo muy simple como la posibilidad de viajar para conocer y disfrutar un destino diferente al lugar de residencia. Nunca se han detenido a pensar en su origen y solo hasta hace pocos años se ha comenzado a entender esta industria como un motor de desarrollo económico y social que puede transformar positivamente los destinos. Es un concepto tan amplio y rico que abarca aspectos económicos, sociales, ambientales, culturales, psicológicos e inclusive filosóficos.
El turismo existe hace miles de años y surgió a partir de la necesidad de grupos de personas, como los nómadas, quienes se desplazaban para sobrevivir y buscar mejores condiciones de vida, según las estaciones y otros ciclos de la naturaleza. Poco a poco la motivación de viajar comenzó a obedecer a nuevas razones como el deseo de conocer otros paisajes y otras culturas, más allá de una necesidad de subsistencia. El turismo es un concepto que, aunque se puede definir desde muchas perspectivas, debe ser entendido como una actividad que impacta tanto a las personas que viajan como a las personas y comunidades que reciben a los viajeros.
Viajar y conocer destinos diferentes al lugar de residencia permite que las personas amplíen sus conocimientos, rompan barreras culturales y descubran nuevas formas de entender su existencia. Es una forma de mejorar la calidad de vida, física y mental, porque mejora la autoestima, amplía las formas de relacionarse con otras personas, los hábitos de consumo y los valores existentes. El turismo brinda la posibilidad de vivir experiencias que enriquecen la vida de los viajeros.
Sin embargo, el turismo no solo impacta positivamente a los viajeros, los destinos también se benefician de esta actividad. El turismo les genera un impacto económico directo. Un viajero, desde que llega al destino, empieza a consumir alimentos, transporte, alojamiento, productos y experiencias. El dinero llega directamente a las empresas o personas que ofrecen estos productos o servicios. Además, al aumentar la demanda se debe crecer y fortalecer la oferta mediante la generación de nuevos empleos, la adquisición de bienes, la inversión en infraestructura y, muy importante, la profesionalización de los servicios. Esto quiere decir que los beneficios no son solo para el sector turístico sino para diversos sectores de la economía (transporte, comercio, alimentos, cultura, entre otros).
Abrir las puertas a los viajeros significa también ampliar perspectivas, adquirir nuevos conocimientos y adaptarse a las dinámicas globales; desarrollarse, no solo en lo económico, sino también en lo social. Otro efecto muy positivo para los territorios es el rescate y preservación de sus saberes y manifestaciones culturales, los cuales son uno de los atractivos principales por los cuales los viajeros, sobre todo los actuales, escogen un destino.
Es cierto que también puede haber efectos negativos del turismo, sobre todo si no se construye con unas bases sólidas que prioricen al destino, a las comunidades y a sus habitantes. Por eso es importante la planeación turística que permita trazar una ruta para definir y desarrollar la industria turística a partir de la definición de qué tipo de productos y experiencias se pueden ofrecer, qué infraestructura se tiene, cómo puede crecer de una manera que contribuya con las comunidades y, por último, qué tipo de turismo se quiere atraer y puede impactar positivamente el destino.
Clemencia Botero Fernández
Directora Estratégica TRIBO
